En 1922, Howard Carter, un arqueólogo británico, realizó uno de los descubrimientos más significativos del siglo al encontrar la tumba intacta del faraón Tutankamón. Este hallazgo no solo cautivó al mundo por los invaluables tesoros que albergaba, sino que también dio pie a la leyenda de una maldición, alimentada por una serie de sucesos misteriosos. Tras la apertura de la tumba, 27 muertes, junto con una serie de accidentes y enfermedades inexplicables, afectaron al equipo de arqueólogos, lo que llevó a especular sobre la existencia de una maldición. Esta creencia se vio reforzada por advertencias previas al descubrimiento, que parecían presagiar el infortunio. La historia de este hallazgo, entre el esplendor de los tesoros y el misterio de la maldición, ha permanecido como un mito fascinante en la historia de la arqueología.