Jaime vive frustrado por la sensación de que tiempo atrás dejó escapar a la que hubiera sido la mujer de su vida. Ahora vive en Madrid, está casado y es padre de una niña. Con motivo de un viaje que tiene que hacer a casa de sus padres en Pamplona, recordará el verano de 1992 en que conoció a Eva. Allí, en Pamplona, Jaime prefiere pasar las fiestas de San Fermín en la piscina, tumbado al sol y dedicado a su afición favorita: observar a las chicas y retratarlas en su cuaderno de dibujo. Jaime se fija en los detalles más leves para clasificar a las personas, sobre todo en uno: le fascinan las chicas que doblan las piernas cuando hablan.