Sebastián deberá cumplir una pena por crímenes que cometió cuando era menor de edad. Al ser trasladado a su lugar de encierro, descubre que se trata de un sitio muy diferente al del sistema penitenciario tradicional. Aquí no hay armas, rejas ni celdas. Las puertas permanecen abiertas y las autoridades son docentes, trabajadores sociales y psicólogos. Mientras se adapta a las nuevas normas, conoce a otros internos y reflexiona sobre su pasado y la posibilidad de tener una oportunidad afuera.